miércoles, 31 de diciembre de 2014

EL HOMBRE QUE SE BORRO

 EL HOMBRE QUE SE BORRÓ  

Se asomó como de costumbre una mañana de abril al espejo y sorprendido vio que no tenía boca ni nariz ni ojos ni gesto alguno que lo reflejará. Habían pasado muchos años diciéndose verdades al espejo y a los demás. Recordó que cada vez que decía una verdad la gente se apartaba de él. Sabía que no tenía que perder la calma, acarició a su perro y sintió su compañía sin importar estar solo. 
Un grito se oyó:   
-- ¡Ojalá desaparezcas para el mundo!
Tuvo una pequeña conmoción, se abandonó por un instante y escudriñó en todos los rincones, volteando la mirada hacia el armario al no encontrar nada, volvió al espejo. Esta vez sus brazos habían desaparecido. Ahora su cuerpo era un tronco con las extremidades de abajo. Quiso morirse, se calmó por un instante.  -Esto es una pesadilla --dijo, me acostaré de nuevo y todo volverá a la normalidad. Pero no fue así, no podía dormir, se impulsó a levantarse de nuevo, dejando ir una queja - ¡Carajo este no puede ser!
-Si puede ser dijo la voz  que salía del espejo. Se inquietó de nuevo y se volvió. Ahora era un tronco colgante sin extremidades algunas, sólo podía sentir su corazón latir. Minutos después volvió a verse, pero esta vez ya no tenía el tronco ni las extremidades. Su cuerpo había desaparecido, ahora era un ser transparente. Pensó que había dejado de existir  para el mundo y como para corroborar su situación, se dirigió a la ventana y viendo que nadie podía verlo, dijo: -- al fin, no pertenezco a este reflejo humano.  
Un día, habiéndose acostumbrado a su estado,
se dirigió a las calles donde había mucho gente, pero la gente era indiferente a su presencia. Entonces se dio cuenta de la situación. Sabía que estaba en lo cierto. Era el mismo sentir de antes de ser invisible a las muchedumbres y a las masas. Reflexionó: -- carajo si siempre he sentido esto. ¿Por qué ahora va ser diferente? Hizo un gesto de aprobación y volvió al hogar con mucha tranquilidad, acarició a su perro y dijo viéndose al espejo: -- cada día me acostumbro amarte más y a no temer ser quién soy, más que yo mismo.     


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