lunes, 1 de abril de 2013

EL SUSURRO DEL NAHUAL. EL DESHOJAR DE LAS HORAS


 EL SUSURRO DEL NAHUAL

En el tiempo de la colonia existió un indio  llamado Nahuel, era un indio callado y alejado del resto de la gente.
 Hablaba sólo con las chicharras. El canto de estos insectos lo llevaba a mundos desconocidos, a un mundo de paz que no había encontraba en su tierra. Su desgracia fue tal que, por callado y apartado de la gente, lo acusaron de conspiración contra la Clerecía. Fue condenado y llevado a la picota sin haberle probado nada. Pero por la intervención de un jesuita fue salvado en el último momento antes de su ejecución. Al jesuita le había llamado la atención aquel indio callado y con ojos de águila, que no sintió miedo en el momento donde podría haber sido ejecutado. Un día le preguntó que hacía tanto en la montaña y por qué no sintió miedo en la picota. Este le contesto que en ese momento no pensaba en morir y que sólo buscaba el susurro del Nahual.
-- ¿Qué susurro  - dijó el jesuita?  
-- El silencio de mi alma, señor.
--Vaya, parece que te has vuelto loco.
--No señor, sólo busco algo que se puede presenciar aunque no se pueda explicar. 
-- Entonces llévame a ese lugar.
-- No no es un lugar.
-- ¿No? 
-- Es el conocimiento silencioso que vive en todas las cosas y que usted no podrá explicarse con sus pensamientos.
-- Bueno, vamos y no hablemos más - dijo el jesuita.
Se dirigieron a la montaña y allí en mero concierto de chicharras 
el indio le dijo: 
- Este es un campo de árboles de sauces, ¿Escucha el susurro? Un pájaro empezó graznar y, por otro lado las chicharras reventaban el silencio. Entonces el jesuita preguntó. 
- ¿Crees que con este ruido vas a encontrar tu apreciado silencio? 
--No, pero cuando las chicharras callan se abren puertas y a eso le llamo agujero. 
-No había terminado de decir esto cuando todo el campo se puso en silencio. El jesuita apresuró el paso, empezó a incomodarse y asustarse hasta tropezar con una piedra.   
- ¿Qué es esto? - Dijo el jesuita, 
- Ha recibido una embestida de su silencio  - dijo Nahuel, sonriendo. Cuando aprenda a estar con usted mismo no le incomodará el silencio ni le asustará lo desconocido. 
El jesuita se incorporo, le dio la mano y e dijo que se había asustado tanto que sintió que el mundo se pararía, sacudió su cabeza  y junto continuaron el camino. No habían terminado de caminar cuando de nuevo las chicharraras comenzaron a cantar.  






     


  
Un día, cuando el sol despuntaba las últimas horas, 
Nahuel oyó una voz que salía de los matorrales.
  -¿Qué buscas aquí? - pregunto la voz.
-Busco el susurro del Nahual, contesto Nahuel.
. Un silencio hondo invadía el lugar, apenas se oían algunas ramas. -¿Oyes el susurro del Nahual?  - pregunto otra vez la voz.
-No dijo Nahuel, sólo oigo el viento. 
-Viento y realidad es lo que queda cuando callamos, lo demás es sólo diálogo interior.

-Cuando morimos entramos al deshojar de la horas. Te llevas todo ese racimo de sentimientos, tus ruidos, tus emociones, tus bullas interiores y visiones de vida. Aveces sin haberte escuchado nunca. --¿Sabes que hay agujeros en el silencio, agujeros que pueden llevarte hasta los confines de otros mundos?
 -No contesto Nahuel, 
sólo sé poco de las chicharras.
-Hay un momento breve en el canto de las chicharras, que debes de aprovechar, ese momento llega de golpe, por que son portales del espíritu y es ahí en ese instante breve de eternidad, donde debes de engancharte al espíritu.
Sólo debes de caminar en silencio y buscar tu ruta interior.
- De acuerdo así lo haré dijo Nahuel, y siguió caminando hasta  encontrarse con el Peñón de las Animas. Un lugar donde se habían suicidado miles de indígenas en tiempo de la colonia. Pero en realidad no eran indios suicidas sino grandes maestros del salto a lo desconocido, chamanes que habían preparado toda su vida para ese momento. Nahuel que conocía la historia de aquel lugar, se quedo viendo hacia el abismo y exclamó: - ¡Amo a los que se tiran al abismo, pero amo aún más lo que logran salir de él! En ese momento dos indígenas  que miraban hacia el peñón, decían: -Estos ya no son tiempos de grandes chamanes, ahora son tiempo de guerras sociales. 
--Sí, guerras bien justificadas dijo Nahuel, donde se nos ha despojado de todo y ya casi hasta de nuestro espíritu y de nuestra madre naturaleza, la tierra. -Hubo un silencio profundo, los indios vieron con tristeza su rostro. De pronto Nahuel se incorporo, para pedirles que lo ayudarán a saltar. Sorpresivamente uno de los indígena asintió en ayudarlo, empujándolo al precipicio. Así mientras caía, vertiginosamente escuchaba el canto de las chicharras, como si lo llamarán de otro mundo. 
Nahuel dió tres vuelta al aire antes de llegar al fondo abismal. En la primera vuelta. vio pasar El Águila de la obscuridad, en la segunda sintió que se partía en dos y luego en mil pedazos y en las tercera  y última vuelta cuando ya estaba por tocar el suelo, se vio en su cama, despertando con innumerables sonidos de chicharras frente a la ventana de su casa. Desde ese día, nunca volvió a ser el mismo, su vida cambio y siguió escuchando el canto de las chicharras en el bosque de la hoja,         
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario