sábado, 14 de septiembre de 2013

LA ALEGRÍA DE MI TRISTEZA. EL ÁRBOL DE LAPACHO


Barría el patio trasero de mi abuelo Eduar
cuando oí la hojarasca quebrarse en el aire. 
Me imagine mis días amontonados, 
como hojas amarillas que  se arrastraban al viento 
Sobre una piedra mire el árbol de otoño 
que amaba tanto mi abuelo. 
Lo recordé diciendo:  
-los árboles viejos se doran 
hasta encontrar la raíz de su tristeza. 
Sólo podemos percibir ese momento 
en todo su esplendor, 
cuando el corazón 
de un hombre se ha vuelto amarillo.
Es como el oro, cuando la tarde de su vida 
se lleva las horas, 
vistiéndolas con el viento 
del tiempo. 
Cada hoja es un día de vida, 
guardado para ese momento. 
Cada rama es un sostén de soledad 
para soñarse frondoso y despierto. 

¡Tan llena de jubilo parece la vida!
Mientras todo sigue creciendo 
desde ese tronco endurecido. 

Hoy yo he barrido mi vida, 
tratando de limpiarla del  paso del tiempo 
sintiendo de golpe la historia 
de todas las edades 
como para decir que los árboles de lapacho 
susurran y lloran.

Hoy las palabras de mi abuelo 
suenan  en mis oídos .
Los árboles dejan las hojas bajo sus pies. 
Parecen caer en profunda nostalgia. 
Pero mi abuelo con sus ojos profundos 
y brillosos, rompe el témpano de su soledad. 
Desgarrando la tarde con la mirada.

Un día mi abuelo ya no me hablo más, 
se quedo callado con la alegría de su tristeza 
muy dentro de él. 
Se encamino hacia una piedra, 
y detrás del árbol de lapacho 
se quedo sentado, 
para no volverse a levantar jamás.

Ese día mi abuelo no murió, 
y se convirtió en un árbol 
que solo disfrutaba del viento, 
la brisa y la soledad.





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